domingo, 31 de mayo de 2009

Proposiciones subordinas adjetivas

ACTIVIDADES

1. Analiza morfosintácticamente las siguientes oraciones:

-El rotulador que me has prestado no escribe bien.
-La película que vimos ayer es bastante interesante.
-La conocí en la época cuando estudiaba en la Universidad.
-El jardinero cortó las ramas de los árboles que estaban secas.

2. Explica la diferencia de significado en cada una de las siguientes parejas de oraciones, según
sean explicativas o especificativas:

- Los jugadores que llevaban camiseta roja salieron al campo.
- Los jugadores, que llevaban camiseta roja, salieron al campo.
– - Han podado los árboles del parque que estaban enfermos.
- Han podado los árboles del parque, que estaban enfermos.

3. Subraya la proposición subordinada adjetiva, indica el antecedente y clasifica su nexo :

- El pueblo en el que pasé mi infancia era muy pequeño.
- El país donde me gustaría vivir está muy lejos.
- La gente en quien confié no me ha defraudado.

Crónicas de un viajero


“Puede que las cosas pudieran haber ido mejor sino le hubiera dicho al conde de Campoestrella que su hija no era precisamente hermosa” pensó con tristeza Ivan mientras dejaba por fin atrás la pequeña montaña que llevaba más de media tarde intentando bordear. De todos los ejercicios requeridos para poder llegar a ser conde este le parecía, con diferencia , el más difícil. Llevaba más de dos meses fuera de los limites de Dorne, la pequeña república que bordeada por sus murallas era sin duda, el único lugar conocido por Ivan con un mínimo de tecnología. Al principio el viaje que en teoría lo tendría que instruir sobre la cultura de la pocas personas que vivían fuera de la república había sido fácil ya que, como conde, sino había mostrado ningún indicio de dominio sobre algún elemento antes de su mayoría de edad seria destinado, y ya lo era, a tener un viaje fuera de la frontera y a lograr expandir un poco más el mapa que se tenia fuera de la república hasta ahora tan inconcluso.

En todo esto pensaba Ivan mientras montaba un pequeño campamento antes del anochecer y le daba de comer a Arya, su yegua zaina, después de decidir que ya habían recorrido bastante terreno. Después de haber encendido un pequeño fuego y haberse asegurado de que todos los cascos de Arya estaban bien, Ivan se sentó junto al fuego y , cogiendo su espada, empezó a despellejar el conejo que había logrado cazar esa misma mañana con su arco mientras ponía una cazuela al fuego con un poco de agua . Mientras se deshacía de la piel pensó que quizás seria una buena idea pasar por Taneth, una de las aldeas conocidas oficialmente por la república, para abastecerse de un poco más de avena, ya que esta se le había acabado y no quería encontrarse en un futuro no muy lejano teniendo que llevar acuestas todas sus alforjas. Luego de despellejar y echar el conejo al agua hirviendo, le añadió unas pocas zanahorias y tallos de hierbabuena silvestre que había encontrado esa misma tarde y espero con inusitada voracidad a que estuviera el guiso, era la primera vez en semanas que probaba carne después de que saliera de la frontera de Dorne. Cuando por fin estuvo, Ivan se sirvió una buena taza y le añadió un poco más de leña a la hoguera. “puede que el olor atraiga algún que otro animal” pensó iban con preocupación ya que las leyendas de incautos que fuera del Muro son devorados por cualquier tipo de bestia eran muy conocidas en todo Dorne y más por jóvenes condes que no querían dejar sus fronteras.

A mi buitre

Este buitre voraz de ceño torvo
que me devora las entrañas fiero
y es mi único constante compañero
labra mis penas con su pico corvo.

El día en que le toque el postrer sorbo
apurar de mi negra sangre, quiero
que me dejéis con él solo y señero
un momento, sin nadie como estorbo.

Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía
mientras él mi último despojo traga,
sorprender en sus ojos la sombría

mirada al ver la suerte que le amaga
sin esta presa en que satisfacía
el hambre atroz que nunca se le apaga.
Miguel de Unamuno